A mediados del siglo XIV esta forma de alumbrarse fue la más utilizada. En la Edad Media se utilizaba solo en casas de la Nobleza, en las Iglesias y Monasterios, pero en el siglo XVI periodo donde la condición de vida de los pobres mejoro notablemente, los candelabros y velas aparecen en los inventarios domésticos
Las candelas destinadas al uso cotidiano eran de sebo (grasa animal. La que daba mejor resultado era la de oveja, a veces se utilizaba grasa de cerdo, pero producía un humo negro y maloliente. En el campo, las velas se fabricaban en las propias casas. En Inglaterra fue prohibido en 1709 por una ley del Parlamento, y no quedaba más remedio que comprarlas, pero en margen de la ley muchos campesinos las fabricaban para el vecindario. Un buey daba bastante grasa para asegurar durante tres años las necesidades de alumbrado de una granja.
Las candelas destinadas al uso cotidiano eran de sebo (grasa animal. La que daba mejor resultado era la de oveja, a veces se utilizaba grasa de cerdo, pero producía un humo negro y maloliente. En el campo, las velas se fabricaban en las propias casas. En Inglaterra fue prohibido en 1709 por una ley del Parlamento, y no quedaba más remedio que comprarlas, pero en margen de la ley muchos campesinos las fabricaban para el vecindario. Un buey daba bastante grasa para asegurar durante tres años las necesidades de alumbrado de una granja.
A final del siglo XV, cada villa con mercado tenia su fabricante de vela. Las granjas y mataderos de los alrededores producían las materias primas y tenían la desagradable labor de purificar el sebo. El sebo era fundida en un gran caldero y se quitaba primero las impurezas cuando subían a la superficie. Se añadía agua, para retener lo que quedaba, entre el agua y la grasa. Los residuos así producidos eran prensados para extraer el sebo. Se obtenía una sustancia con grumos que servía para alimentar a los perros, cerdos y a veces los patos.
Las mechas se fabricaban torciendo juntos varios hilos de algodón, cortados luego a la medida deseada, se estiraban para hacer desaparecer los nudos que provocaban crepitaciónes al quemarse. Las velas más económicas se llamaban "Candelas bañadas". El artesano colgaba varias mechas a una ramita y aguantándola por las extremidades sumergía las mechas en un baño de sebo fundido. Las ponía a secar antes de rehacer la operación varias veces, hasta obtener el grosor deseado. La base en forma de cono se suprimía pasando la vela sobre una placa de latón caliente.
Las velas de cera de abeja eran mejores, humeaban menos, quemaban dando más luz y sin provocar olores desagradables. Se fabricaban de una forma totalmente diferente. La cera era fundida y filtrada para quitarles las impurezas luego se ponía o estiraba al sol en tiras finas para blanquearla y hacerle perder su color amarillo. Se fundía otra vez en un caldero y se vaciaba sobre las mechas que estaban colgadas a un aro de hierro encima del caldero. Las velas blandas y tibias se moldeaban con ayuda de unos rodillos de madera, humidificados para que no se pegaran a la cera.
Vivimos en la era de las bombillas y nos es prácticamente imposible imaginar la poca luz de que disponían las casas una vez caída la noche. El fuego era un punto focal en cada habitación que aseguraba luz y calor. Hasta antes de 1850 las cosas no cambiaron. Las velas de cera eran muy caras, las lámparas de aceite, las candelas de sebo producían un humo maloliente y una débil luz rápidamente gastada. La vida cotidiana era gobernada por las horas de sol, la gente se levantaban más temprano, comían a horas muy diferentes (La comida principal se hacia en la mitad de la tarde). La cantidad de velas que se quemaban en una casa una vez la noche caída era un indicio muy seguro de riqueza. Una habitación alumbrada con opulencia
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