sábado, 24 de septiembre de 2011

Los abanicos en china

Los abanicos en China tienen una larga historia. Los descubrimientos arqueológicos revelan que hace por lo menos 2.400 años, ya existían en China abanicos hechos de pluma y bambú.
Además del iridiscente abanico de plumas de pavo real, los chinos crearon el abanico “de biombo”, con tejido de seda tensado sobre un armazón de bambú y montado en un mango laqueado. La estructura de los más antiguos abanicos era completamente diferente a la de abanicos de hoy. En la antigua China, detrás de los miembros de la familia imperial se colocaban unos abanicos grandes que simbolizan el poder y la posición social supremos.



En el siglo VI d.C., introdujeron este abanico entre los japoneses, los cuales, a su vez, idearon una ingeniosa modificación: el abanico plegable. Este abanico japonés consistía en una pieza de tela de seda unida a una serie de bastoncillos que se abatían unos sobre otros. Según su tela, color y diseño, estos abanicos tenían nombres diferentes y usos prescritos. Las mujeres, por ejemplo, usaban abanicos de “baile”, de “corte”, y de “té”, en tanto que eran propios de los hombres los abanicos “de montar” e incluso los “de combate”.
Los japoneses introdujeron en China el abanico plegable en el siglo X, y a partir de entonces fueron los chinos quienes realizaron acertadas modificaciones en el diseño japonés. Prescindiendo del tejido de seda tensado entre palillos separados, los chinos lo sustituyeron por una serie de láminas de bambú o de marfil. Por sí solas, estas láminas, unidas en su parte superior por una cinta, constituían el abanico, también plegable. A partir del siglo XV, los mercaderes europeos que comerciaban en Oriente volvieron con amplios surtidos de decorativos abanicos chinos y japoneses. Sin duda alguna, el modelo más popular era el llamado “brise”, con láminas de marfil intrincadamente talladas y unidas por un cinta de seda blanca o roja.
Difícilmente un guerrero chino o un samurai japonés no llevara uno en su cintura. De hecho, el abanico no constituía sólo una parte más de la indumentaria, ni su única finalidad era “ventilar” al propietario. En los ejércitos, los oficiales los utilizaban para hacer señales a sus subalternos durante las batallas, y para facilitarlo, era común que portaran más de un abanico con colores diferentes en cada una de sus caras.
Pero el abanico presentaba un uso extra, que trascendía los citados anteriormente: era un arma, especialmente de uso “cortesano”. En aquellos lugares a los que los guerreros debían entrar desarmados, como los palacios de algunos señores feudales o del mismo Rey o Emperador, el fiel abanico continuaba ligado a su cintura. Si bien, como arma, su eficacia dependía en parte de los materiales con los que eran fabricados (hojas de acero en lugar de madera, fuerte seda en lugar de papel), lo que realmente le daba tal condición era el conocimiento y la habilidad del propietario en las técnicas marciales aplicadas para utilizarlo (s) de a uno o de a dos. Fue así que numerosos estilos de diferentes Artes Marciales desarrollaron técnicas de manejo de abanico.
Por otra parte, los que no eran usados en la guerra se encontraban finamente decorados, pero los motivos no eran meramente estéticos ni elegidos al azar, sino principalmente heráldicos. Los literatos, calígrafos y pintores de la antigua China, escribían y pintaban en los abanicos, convirtiendo este artículo de uso ordinario en un precioso tesoro artístico. Así, el abanico ha generado una especial tradición de gran importancia cultural. Los temas de las pinturas que aparecían en los abanicos eran y son elegidos con esmero. Generalmente son montañas verdes y fuentes frescas, grandes precipitaciones, frutas y verduras y hermosas figuras femeninas.
Hoy día, los abanicos siguen siendo algo así como un lienzo para los artistas contemporáneos.

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